Me evaluó con la mirada.
- Das el pego- dijo arrastrándo las palabras-, pero apostaría a que sufres más de lo que aparentas.
Le hice una mueca, resistí el impulsó de sacarle la lengua como una niña de cinco años y desvié la vista.
- ¿Me equivoco?
Traté de ignorarlo.
- Creo que no -murmuró con suficiencia.
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